Hoy por la tarde presentaremos el libro Cosmopolitan Ambassadors: International exhibitions, cultural diplomacy and the polycentral museum (Vernon Press, 2019). Este libro es el resultado de la investigación conjunta realizada entre el Posgrado de Museología de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía – INAH y el Programa de Museos y Patrimonio de la Universidad de Victoria en Wellington, Nueva Zelanda.
Durante cuatro años, junto con mi colega Lee Davidson, trabajé a la distancia en este proyecto de investigación binacional, para analizar el intercambio expositivo entre México y Nueva Zelanda a través de dos casos de estudio: las exposiciones temporales E tu Ake. Orgullo Maorí y Aztecas. Conquista y Gloria.
El estudio, de corte cualitativo se basó en el análisis de ciento treinta y dos entrevistas realizadas con visitantes a las exposiciones y personal involucrado en su desarrollo en las distintas sedes y con las instancias organizadoras. Hemos hablado de sus resultados en diversos foros académicos, pero hoy presentamos lo que consideramos nuestro mayor reto, y también, nuestra mayor satisfacción: un libro.
¿Cómo surgió la idea?, ¿cómo lo hicimos? A medida que avanzamos en la investigación nos percatamos de que tenemos aportaciones originales al campo de los estudios de museos, al análisis de las exposiciones internacionales y a su relación con la diplomacia cultural; identificamos un fenómeno muy particular: el de las exposiciones que viajan y se transforman a medida que lo hacen, a la vez que van adquiriendo/produciendo nuevas capas de significados entre todos los interlocutores involucrados. También ponderamos que la difusión de nuestros resultados quedaría corta si sólo los publicábamos en artículos aislados. Así que…
En junio de 2016 presentamos en Montreal, Canadá, el panel Reflexionando sobre la zona de contacto móvil: diplomacia cultural, exposiciones itinerantes y experiencias interculturales con el patrimonio, en la conferencia bi anual de la Association of Critical Heritage Studies. Quedamos muy satisfechas porque por fin vimos integrados todos los resultados, además de tener un diálogo con colegas que participaron con Lee Davidson en un proyecto anterior similiar. Así, en nuestras conversaciones post conferencia surgió la idea: podemos escribir un libro al respecto. El reto era encontrar una casa editora interesada, teníamos algunas ideas y planes. Entonces…
Sorpresivamente, la casa Vernon Press nos contactó a nosotras. Supieron de la investigación en el congreso en Montreal y nos solicitaron una propuesta. Entregamos un resumen, un índice tentativo y los respectivos currículums. Poco tiempo después tuvimos la respuesta: ¡Les interesó y podíamos escribir el borrador! El tiempo: un año. ¿La forma de hacerlo? No la conocíamos.
Nuestro libro trata, entre otros asuntos clave, del reto que significa para los profesionales de museos trabajar conjuntamente cuando provienen de distintos contextos políticos, culturales e institucionales, durante periodos prolongados de tiempo y a la distancia. Pero…, ¡esperen un momento! Justo esto habíamos hecho Lee y yo con nuestra propia investigación.
Lee es profesora titular en el programa de Museos y Patrimonio en la Universidad de Victoria en Wellington, Nueva Zelanda. Ahí imparte clases sobre estudios de públicos, pero sus intereses además han cubierto temas sobre el turismo, el uso del tiempo libre y los museos. En sus tiempos libres le gusta caminar (¡Mucho!), toma mucho café, habla francés, no habla español y ha visitado México en varias ocasiones.
Por mi parte, soy profesora en la Maestría en Museología de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en la Ciudad de México. También doy clases sobre estudios de públicos, mis intereses además cubren el análisis de la política cultural, la historia de las exposiciones internacionales y los museos de forma amplia. En mis tiempos libres me gusta andar en bici, leer y escribir en redes sociales acerca de mis temas. Me defiendo en el inglés, estoy aprendiendo portugués y tuve la oportunidad de visitar Nueva Zelanda en dos ocasiones.
¿Cómo trabajamos juntas para escribir el libro?
La lengua común fue el inglés, esto supuso un esfuerzo extra para ambas. En mi caso debía expresarme por escrito adecuadamente, no sólo en cuanto a la ortografía y el uso de las palabas sino también en el estilo. Para Lee el esfuerzo consistió en leer mis entregas, corregirlas y unificarlas con las suyas. Recibí mucha ayuda de Paul, mi compañero de vida, de Ana Carolina Abad, amiga del alma, porras de otras tantas amistades y familiares, de Google translate y de Grammarly (sí lo recomiendo).
En un inicio pensamos que la estrategia adecuada era escribir cada quien un capítulo, y luego leernos mutuamente y enriquecerlo. Resultó que este método nos dejaba con «fotos» incompletas, aunque cada una dominaba de algún modo los datos y la hallazgos de ciertas partes, la otra tenía información complementaria. Tuvimos que dar un voto de confianza a las nuevas teconologías, nos embarcamos en un trabajo simultáneo sobre los capítulos en una carpeta compartida de Dropbox.
A partir de entonces no es fácil decir quién escribió qué. Si bien, cada una tomó secciones específicas a su cargo, éstas se enriquecieron con los comentarios y adiciones de la otra. Durante el año que duró este proceso tuvimos reuniones virtuales en Skype aproximadamente cada quince días, hablábamos de los avances, de los faltantes y asignábamos tareas. Vertíamos en Evernote las notas que tomábamos de la reunión alternadamente.
Las notificaciones de actualización que despliega Dropbox: «Lee ha actualizado tal archivo» o a la inversa, nos tenían al tanto mutuamente de que allá, al otro lado del mundo, con diecinueve horas de diferencia alguien estaba avanzando. Personalmente fue de mucha ayuda adherirme a la cuenta @ShutUp&WriteTuesdays en Twitter que anima a personas de distintos países a dedicar al menos una hora completa de escritura semanal, sin distracciones, sin redes sociales, etc., en un trabajo colectivo. Es bueno no sentirse sola.
Nuestra carpeta compartida contenía subcarpetas tituladas: ideas, planes, notas, imágenes y másters (archivos finales). Dentro de cada una, un archivo word para cada capítulo. Con el paso del tiempo estas carpetas fueron reuniendo el contenido necesario, y al paso del tiempo, tuvimos un borrador completo. Claro, hubo que hacer adecuaciones, reacomodar ideas, regresar a los datos, leer mucho.
Lee visitó México nuevamente en julio de 2017, ya contábamos con avances sustantivos de la mayoría de los capítulos. Después de una sesión intensiva en «la torre del castillo», como suele decirle Lee al alojamiento para profesores invitados en la ENCRyM , tuvimos un índice de contenidos refinado, una revisión exhaustiva de las ideas principales de cada capítulo y las conclusiones listas para la recta final.
Fue en esa sesión intensiva cuando nos vino a la mente la idea de usar la imagen del caleidoscopio como una métafora para abordar el carácter siempre cambiante de las exposiciones internacionales. No de cualquier caleidoscópico, sino de uno policéntrico, el cual tiene tres o cuatro reflectores (espejos), así como un conjunto de objetos móviles. ¿Quién no ha mirado a través de uno? Con cada movimiento la imágen se modifica, y se nos ofrecen, dadas las condiciones adecuadas, bellas imágenes organizadas en múltiples centros.
Es muy interesante encontrar que, el mismo tipo de competencias y cualidades que los profesionales de museos a quienes entrevistamos destacaron como importantes, son las que nosotras tuvimos que desarrollar y aplicar. Se trata de habilidades para el diálogo intercultural, para contar con actitudes cosmopolitas en un mundo como el nuestro, en el que la interacción de distintas personas en espacios y tiempos diferentes confluyen en proyectos co creados.
Nostras requerimos, y aplicamos la paciencia, mente y actitud abiertas, disposición a incorporar las perspectivas de la otra, ser respetuosas y receptivas. No niego que hubo momentos de tensión, pero se resolvieron gratamente. También tuvimos que ser constantes y metódicas. Lograr finalizar el libro fue un compromiso personal y muto, así como uno de los mayores retos que he enfrentado. Y aquí estamos, a punto de presentarlo.
Gracias Lee, por el compañerismo, tu apoyo, el intercambio de ideas, nuestra amistad, el proyecto que tenemos juntas y nuestras colaboraciones por venir. Lo volvería a hacer.
Pueden adquirir el libro en Amazon o directamente en la página de Vernon Press aquí. Si lo leen, nos interesa mucho conocer sus opiniones.