La semana pasada inicié este blog con una entrada acerca de la Semana de los museos #MuseumWeek en Twitter. El evento concluyó ayer, personalmente me brindó muchas herramientas para conocer nuevos museos, sus estrategias, colecciones, y para conectarme con otros twitteros que no conocía y no hubiera conocido a no ser por este evento.
El último día estuvo dedicado al tema #LoveMW: lo que amamos de los museos. En la cadena de tweets los museos nos contaron más de sus colecciones o lo que los hace únicos, sus espacios favoritos o por qué deberíamos amarlos. Para mí este tema es un pretexto que para escribir hoy ,no sólo de lo que amamos de estos espacios sino cómo podríamos amarlos más.
He aquí una colección de algunas estrategias y aspectos que me han gustado de mis visitas a diversos museos ¿Por qué me gustan? No sólo a nivel personal hicieron mi visita más agradable, sino que, desde el punto de vista profesional, creo que son ejemplos de «buenas prácticas» en el rubro de estar cerca de los visitantes y tener una comunicación de excelencia con ellos/nosotros.
Aunque las bicicletas como objeto se encontraban al centro del discurso y del espacio expositivo, la muestra contenía también otros apoyos para quienes tuvieran interés por conocer más allá del objeto: videos y audios que daban contexto, textos muy bien escritos y con información relevante, incluso un simulador en el que los más aventureros podían hacer un recorrido por la Ciudad de México montados en bicicleta.
Desde mi punto de vista el diseño favorecía un buen ritmo en la visita, en la que te podías abstraer admirando sólo los objetos: bicis, bicis y más bicis; o alternar con la lectura de datos interesantes, citas de personalidades famosas, fotografías, ejemplos de su uso en México y en el mundo.

Personalmente observé al público y en su mayoría era gente muy involucrada con la exposición, apuesto a que el tiempo promedio de visita en la sala no era bajo. Aquí una aspecto muy relevante en el diseño de exposiciones memorables: diversificación de estrategias para todos los gustos.
Platicaba recientemente con colegas del ámbito de los museos ¿Cómo es que las cédulas siendo el recurso más común y más utilizado históricamente por los museos, pueda seguir siendo su talón de Aquiles? Es verdad, la norma aún son los textos largos y especializados, llenos de palabras inentendibles o con información francamente irrelevante, descriptivos más que interpretativos y que pocas veces logran enganchar a los visitantes.
De ahí que se piense que el público no lee ¿Pero si lo que leo no me dice nada? ¿O lo que comienzo a leer no lo entiendo? ¿O si simplemente al ver la longitud del texto me doy la vuelta pensando que nunca terminaré? ¿O si la letra es tan pequeña que acabaré con dolor de cabeza por el esfuerzo?
Escribir cédulas no es tarea sencilla, no por nada existe un libro 100% dedicado a ello:Exhibit Labels: An Interpretive Approach de Beverly Serrell o la American Alliance of Museums ha venido otorgando un premio anual a lo mejor en este rubro desde el año 2009. Difícil pero no imposible, he encontrado ejemplos magníficos.
Nuevamente en la exposición ya mencionada La vuelta a la bici, me topé con el texto introductorio más interesante que he visto recientemente. Se titulaba «de un volcán de Indonesia al caballo de acero» y para mí es un ejemplo de algo que intriga, interesa y te lleva a leer más ¿Por qué? El texto explica cómo es que un evento geológico -la erupción de un volcán- llevó a la transformación climática al grado de modificar la alimentación en Europa, en donde los caballos, antes usados para el transporte, se convirtieron en comida. La necesidad de sustituir este medio de transporte llevó a acelerar el proceso de invención y uso de artefactos novedosos como !la bicicleta! Voilá. He aquí que un texto de museo en no más de 200 palabras introduce el tema, nos resuelve el enigma que anunciaba su título y nos provee contexto histórico y cultural. Créanme que lo recuerdo y puedo decir que algo aprendí en mi visita a esa exposición.
Otro ejemplo lo vi en el Canterbury Museum de la Ciudad de Christchurch en Nueva Zelanda. Este museo combina colecciones naturales e históricas. En general el museo me gustó por sus estrategias de interpretación. Sin una colección abrumadora, me parece que cuenta bien las historias, desde los primeros asentamientos humanos en las islas de Nueva Zelanda, pasando por la historia maorí, la fauna y flora de la región, el manejo ambiental actual, hasta las expediciones a la Antártica. Los textos son breves e interesantes.
La foto muestra una vitrina con objetos de los inmigrantes que viajaron a estas lejanas tierras, como se observa las cédulas de objetos contienen más textos y hay muchos objetos que ver. Sin embargo, el texto principal La marea de inmigrantes señala con claridad un mensaje directo y lleno de emociones: «‘No olvidaremos el viejo mundo’. Los inmigrantes navegaron por una nueva vida a medio mundo de distancia, llevando consigo muchos recuerdos e imágenes de la tierra que estaban dejando, muchas veces para siempre.» Impresionante, creo ¿Qué me llevaría yo si dejara mi país para no volver más?

Diversos autores han señalado la necesidad de brindar una buena orientación espacial a los visitantes, especialmente en los museos más grandes en donde la navegación por el espacio y el tiempo invertido en ella pueden ser críticos para la experiencia de visita. Sin embargo pocos son los que hacen referencia a la orientación cognitiva, es decir, brindar a los visitantes claves organizativas que le permitan ubicarse en el contenido que le estamos brindando. Dos autores han hecho especial énfasis en ello, Stephen Bitgood en el contexto estadounidense y Manuel Gándara en el mexicano.
Tal vez alguien les ha recomendado para una buena exposición con diapositivas, decirle a su audiencia qué es lo que verán, colocar una lámina con los temas o la agenda del día, navegar con su público por cada uno de los temas haciendo énfasis en que han pasado de uno a otro y dónde se encuentran en cada momento. Y al final, recapitular.
Bueno, lo mismo sucede en los museos y exposiciones. Dado que el discurso es complejo y además se despliega en el espacio, necesitamos dotar a los visitantes de una brújula y un mapa para su visita, para que puedan saber qué les queremos decir, qué les hemos dicho, en dónde están y cómo se relacionan unos temas con otros. Se supone que el diseño museográfico favorece esto, normalmente los diseñadores colocan diferentes colores para cada sección temática y una cédula que señala lo que veremos en esa sección. Pero, esto no siempre es evidente a los visitantes y, a medida que se avanza en el recorrido se olvidan los títulos o encabezados de las secciones.
Recientemente visité el Museo Arqueológico Nacional en Madrid, España. Este museo estuvo cerrado varios años para una renovación profunda. Uno de los objetivos de la reestructuración fue mejorar la comprensión del discurso histórico y dotar a las salas de los medios que permitieran «la puesta en valor de las colecciones».
No conocí el museo antes de la reforma, pero me dicen que el cambio fue sustancial y para bien. Lo que yo pude notar fue un esfuerzo por decirme dónde estaba en cada momento, no sólo espacial sino temáticamente. Cada sala abre con un breve video introductorio, con animaciones y contenido de interés que explican lo que veremos. Pienso que es un acierto pues los visitantes hoy en día se encuentran muy familiarizados con los medios audiovisuales y en unos cuantos minutos se enteran de qué va, independientemente de que deseen profundizar o no con la lectura y observación de los objetos. Tampoco se abusa de este recurso al grado de que toda cédula esté convertida en un video, sólo es para las secciones introductorias y para uno que otro aspecto en el que el uso de este medio favorece la comprensión.
El otro acierto es que cada vitrina contiene un título y un subtítulo que permiten ubicarnos para saber en qué tema estamos, de qué nos venían hablando y porqué esta vitrina y su contenido están ahí -y no en cualquier otro lado-, es decir, cómo se va enlazando el discurso y qué me quieren decir. Encontré muy útil este recurso. Como todo es una hipótesis desde el especialista de museos que bien vale la pena valorar en un estudio de público o con la evaluación de dicha estrategia.
En la foto se muestra una de estas cédulas, el encabezado lleva el título: Paisajes y sociedades en la prehistoria reciente; el subtítulo: sociedades en la edad de bronce, y después el tema específico: ídolos y estelas.
