En el diván… psicoanálisis museológico. Sesión #1

Nayeli es historiadora del arte y maestra en museografía didáctica, trabaja en en NodoCultura y en educación en museos de forma independiente. En esta sesión de psicoanálisis museológico se pregunta por… una ética que fortalezca la profesión museística frente a las condiciones laborales.

Aquí el texto del video:

Los museos dependen de la pasión de sus trabajadores: Funcionan bajo un modelo de inequidad, es decir, el desempeño laboral no siempre es retribuido de manera justa. Este modelo es ineficiente, para el estilo de vida del trabajador, y para la manera en la que se desarrolla el trabajo: lento, barato y sin motivación más que la personal.

Se olvida que la salud individual deriva también en la salud de nuestras colaboraciones. Detrás del gran edificio, de las exposiciones, de los catálogos, estamos nosotros, y no aislados, sino colaborando, en equipo. Ahí justamente es donde podemos desarrollar un modelo más ético de trabajo.

En el Código Deontológico del ICOM se indica que el conocimiento y la habilidad intelectual no son suficientes, sino que es necesaria la ética y la lealtad entre profesionales. Gary Edson, en su libro Museum Ethics, dice que fallar a estos estándares causa pérdida de confianza entre colegas, y también entre el museo y el público. Incluso, en un reporte de 1978, de la American Association of Museums, se mencionaba que debemos relacionarnos con nuestros compañeros de forma efectiva y positiva, y esto incluye posiciones básicas, recién empleados, voluntarios, coordinadores, directivos, profesionales bajo cualquier tipo de contrato.

El salario promedio de un egresado de licenciatura, en México, es de 6,870 pesos [Unos 275.21 dólares americanos]. Mi primer trabajo como investigadora en un museo era por honorarios, con la responsabilidad de un empleado de planta, y obtenía menos que ese sueldo. Sin embargo, todo lo que faltaba en mi salario lo valían las personas que estaban ahí, básicamente nos volvimos un sistema de apoyo con el que le hacíamos frente a las condiciones poco flexibles de nuestro trabajo.

La construcción de una red ética nos puede servir como un sistema de soporte que, incluso, modifique el modelo de trabajo del museo. Pero para lograrlo, hay mucho que hacer a nivel personal, profesional e institucional. Lo que tenemos que hacer es:

Recordar por qué hacemos lo que hacemos, recordar nuestras pasiones.

  1. Trabajar la empatía con nosotros mismos.
  2. Valorar y reconocer nuestras habilidades. También reconocer a nuestros compañeros y sus aportaciones; tenemos que nutrir la red que hemos construido con nuestros colegas, mentores.
  3. Un buen liderazgo reconoce el valor del talento en su personal. La institución tiene que invertir en el aprendizaje continuo y así actualizarnos, investigar, para así poder realmente contribuir…
  4. Tenemos que evaluar y evaluarnos, regresar a nuestra misión personal, a la profesional y a la institucional. Ver críticamente si coinciden y cómo podemos mantenernos enfocados en nuestro propósito.
  5. Tenemos que asegurarnos de que los museos sean entornos de trabajo sanos, con respeto, lealtad, y sentido de comunidad.
  6. Tenemos que recordar que lo personal es también político. Tenemos que conocer nuestros derechos y, desde cualquier puesto o rol, tenemos que abogar por la mejora de las políticas institucionales de los museos.

La solución es compleja, pero estas prácticas pueden ser un punto de partida de una ética imperativa que fortalezca la profesión museística en sus distintas dimensiones.

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