De públicos de museos a ¿usuarios de páginas web de museos?

En este momento de crisis y distanciamiento social generados por las medidas de combate y prevención del Covid-19, la UNESCO declara que existen alrededor de 60,000 museos cerrados total o parcialmente en el mundo. En este panorama, podríamos pensar que los públicos visitantes, aquellos que asistían físicamente a las instalaciones de estas instituciones, se han desvanecido.

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Captura de pantalla tomada a partir de https://inba.gob.mx/sitios/recorridos-virtuales/palacio-de-bellas-artes/

Afortunada o desafortunadamente, la emergencia ha ocurrido en un tiempo en el que los museos no ciñen sus estrategias al edificio y experiencias insitu sino que han traspasado sus muros para extenderse al espacio virtual. Así, en estos días de cuarentena y del llamado a quedarnos en casa, muchos museos comenzaron una tarea sin tregua para permanecer visibles y relevantes, relanzando, transformando o incluso creando nuevos contenidos en línea para sus ¿nuevos públicos?

El reto a superar no es nada fácil. No solo porque varios museos enfrentan problemas presupuestales, a veces falta de liderazgo y sensibilidad -tenían ya una historia previa con la precarización laboral- y el contexto actual los agrava, sino también por la dificultad que implica “traducir al lenguaje audiovisual un producto procedente de un contexto totalmente diferente”, como bien señalan los integrantes del Museo Transformador en un interesante artículo publicado en Nodo Cultura recientemente.

El problema principal radica en que la visita a un museo tiene características muy particulares difíciles de emular en el espacio virtual. En esta materia, los estudios sobre públicos tienen mucho que aportar para entender las diferencias y similitudes, para estudiar este nuevo contexto y plantear posibles alternativas en el escenario actual en el que los públicos podrían transfigurarse a usuarios [1].

La experiencia de visitar un museo, como lo han señalado los investigadores John Falk y Lynn Dierking (2019), se compone de la interacción de los contextos personal, social y físico. En el primero influye quién es el visitante, sus intereses,  motivaciones e identidades; en el segundo, la interacción que tenemos, tanto con nuestros acompañantes como con el personal del museo y, en el tercero, toda la composición del espacio físico, incluyendo por supuesto las obras, el edificio, el ambiente. De estos tres contextos, los cambios más radicales se ubican en el social y el físico; de igual forma, el contexto individual experimenta variaciones: las motivaciones de un usuario actual de las páginas web de los museos también se han transformado.

De aquí que la polémica añeja de si las visitas virtuales pueden sustituir o sustituirán a la visita física no tiene tanto sentido. Y sin embargo, aquí estamos ante un escenario forzado que nos obliga a analizar y reimaginar lo que los museos pueden ofrecer a la sociedad hoy mismo. De reconocer las particularidades del espacio museal y la experiencia encarnada, asociada con las necesidades y motivaciones de los nuevos públicos/usuarios, dependerá qué tanta capacidad tengamos para responder a éstas con propuestas relevantes, empáticas y significativas.

En lo particular extraño la sensación que da trasladarme y recorrer un museo, transitar por su atmósfera [2], desempeñarme allá «afuera» en el espacio público, en interacción con otros -la mayoría desconocidos-, observando, disfrutando, comentando, interrogando a los objetos [3]. Hasta hoy no he buscado aun experiencias museales virtuales a título personal,  todavía estoy procesando esta nueva circunstancia.

Mientras tanto releo algunos de los estudios recientes sobre los intereses, las motivaciones, las identidades ligadas a éstas, y los distintos tipos de involucramientos que los públicos de los museos buscaban en sus visitas físicas para pensarlos, repensarlos, cuestionarlos y resignificarlos en este escenario actual de retos, pero también de oportunidades. Prometo un resumen pronto.


[1] Agradezco a Nayeli Zepeda los comentarios que detonaron esta reflexión.

[2] De acuerdo con Bjerregaard (2015), la experiencia del museo es personificada, encarnada y de desplazamiento, en ésta, más que los objetos en sí mismos importa la atmósfera: eso que está ahí entre los objetos y los sujetos.

[3] El estudio de Rosa Elba Camacho Rodríguez (2018) sobre las experiencias de los visitantes con la materialidad de los objetos da luz sobre cómo el «contacto» directo con las colecciones provoca capas de significados y emociones en los públicos.

Referencias

Bjerregaard, Peter. (2015). Dissolving objects: Museums, atmosphere and the creation of presence. Emotion, Space and Society, 15, 74-81.

Camacho Rodríguez, Rosa Elba. (2018) «El análisis cualitativo de las narrativas de visitantes: Una reflexión en torno a Aztecs. Conquest and Glory» En: Leticia Pérez Castelllanos (coord.) Estudios sobre públicos y museos, volumen III. Referentes y experiencias de aplicación desde el campo. México, D.F.: Publicaciones digitales ENCRyM/INAH, 273 págs. Disponible en: http://bit.ly/PúblicosyMuseosV3

Falk, J. H. (2013). The museum experience revisited. Left Coast Press, Inc.

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